Por lo general
hablamos de emociones. Es un lugar común decir que el ser humano vive
inmerso en ellas y que son éstas las que le dan la sentido a la
existencia. A pesar de lo anterior, el imaginario colectivo no define
las emociones, confundiéndolas casi siempre con una suerte de función
congnitiva; o sea, que son un producto "mental" y que pueden modelarse
mediante el pensamiento.
Humberto Maturana, Francisco Varela y
Susana Bloch, célebres científicos chilenos, a partir de sus
investigaciones en el campo de la neurociencia han propuesto que las
emociones son "un estado corporal dinámico que permite un campo de
acción posible"; en castellano, las emociones son un estado corporal
(caracterizado por tensión o distensión de ciertos grupos de músculos,
de ciclos de respiración, de posturas corporales y faciales) que están
en constante cambio (dinámicas) y que son las que determinan los
pensamientos y acciones que podemos y no podemos hacer dependiendo de
éstas.
Como ejemplo, podemos mencionar que una persona en la emoción
de la rabia tendrá una tensión particular en los músculos de las manos y
los pies (entre otros), una expresión facial contraída y una
respiración agitada. Esta misma persona, producto de su emoción, estará
más propensa a captar del ambiente aquellos estímulos que sean
coherentes con su estado, así como también, responderá al contexto de
acuerdo a éste. Si por error o por falta de "tacto" para reconocer las
señales corporales se nos ocurriese burlarnos de esta persona,
posiblemente el resultado no sería positivo (A pesar que esta persona
generalmente pudiese presentar buen ánimo y bromear junto a nosotros en
otro contexto, sus respuestas conductuales estarán modeladas por su
estado emocional actual).
Si tomamos la definición anterior y la
aplicamos al concepto de inteligencia emocional, vemos que esta última
es la capacidad de reconocer el estado corporal actual propio (que guía y
determina nuestros pensamientos y acciones), así como también de los
otros para, como menciona Bloch, surfear en el mar emocional humano.
El
líder, necesariamente debe desarrollar este tipo de habilidad ya que, a
pesar de lo que creemos constantemente, las relaciones sociales no
dependen de las capacidades cognitivas sino que en gran medida son
reflejo de nuestro manejo emocional.
Como ejercicio práctico, proponemos realizar una autoevaluación utilizando las siguientes preguntas:
1. Cuando estoy en una situación de estrés o en una discusión ¿Qué señales me envía mi cuerpo?
2. ¿Estoy consciente de mi expresión facial cuando entrego o recibo una instrucción?
3. Cuando intento motivar mediante una conversación, ¿Cómo está mi cuerpo?
El autoconocimiento es uno de los principales desafíos del líder en la sociedad del conocimiento; para apoyar en ello está Dynamo Coaching.
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